La cirugía constituye el tratamiento de elección para el cáncer de pulmón no células en avena, anatómicamente localizado, aunque su efectividad a largo plazo permanece incierta. Esto es debido a que existen muchas variables que se relacionan principalmente con las condiciones inmunológicas y fisiológicas del huésped, así como de las características biológicas del tumor, la localización, la extensión y la carga tumoral del organismo(2).
Muchas de estas variables son susceptibles de ser valoradas en el pre-operatorio, de modo que puedan establecerse juicios en cuanto a la individualización de la terapéutica a imponer con cada paciente portador de cáncer de pulmón. Se pueden además establecer antes de iniciar el tratamiento, factores predictivos independientes que tienen que ver con la sobrevida libres de enfermedad en el individuo(3).
La aplicación racional de la cirugía, en la individualización del tratamiento comprende un sopesado equilibrio entre estos factores. La prudencia y el buen juicio con que se obre en este análisis ejercen una profunda influencia sobre el pronóstico de la enfermedad, en el paciente quirúrgicamente estable.
La evolución de la cirugía torácica ha sido grandemente influenciada por el descenso de la mortalidad operatoria, lo cual se debe al mejoramiento de las técnicas anestésicas, al uso de antibióticos apropiados, al mejoramiento en el reemplazo de los fluidos, así como al tratamiento de enfermedades pulmonares no malignas que, en otra ocasión, tenían un aporte significativo aumentando la morbi-mortalidad.
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