lunes, 15 de noviembre de 2010

INTRODUCCIÓN

El cáncer del pulmón es la neoplasia que mayor número de muertes ocasiona en el mundo entero al momento. Su incremento esta directamente relacionado al tabaco. En el Ecuador si bien es cierto su frecuencia global es relativamente menor, se evidencia una tendencia al incremento de esta enfermedad y constituye después del cáncer gástrico y próstata, la primera causa de muerte, por neoplasia en hombre(1). En el presente capítulo nos dedicaremos exclusivamente al tratamiento del cáncer pulmonar no células en avena.
La cirugía constituye el tratamiento de elección para el cáncer de pulmón no células en avena, anatómicamente localizado, aunque su efectividad a largo plazo permanece incierta. Esto es debido a que existen muchas variables que se relacionan principalmente con las condiciones inmunológicas y fisiológicas del huésped, así como de las características biológicas del tumor, la localización, la extensión y la carga tumoral del organismo(2).
Muchas de estas variables son susceptibles de ser valoradas en el pre-operatorio, de modo que puedan establecerse juicios en cuanto a la individualización de la terapéutica a imponer con cada paciente portador de cáncer de pulmón. Se pueden además establecer antes de iniciar el tratamiento, factores predictivos independientes que tienen que ver con la sobrevida libres de enfermedad en el individuo(3).
La aplicación racional de la cirugía, en la individualización del tratamiento comprende un sopesado equilibrio entre estos factores. La prudencia y el buen juicio con que se obre en este análisis ejercen una profunda influencia sobre el pronóstico de la enfermedad, en el paciente quirúrgicamente estable.
La evolución de la cirugía torácica ha sido grandemente influenciada por el descenso de la mortalidad operatoria, lo cual se debe al mejoramiento de las técnicas anestésicas, al uso de antibióticos apropiados, al mejoramiento en el reemplazo de los fluidos, así como al tratamiento de enfermedades pulmonares no malignas que, en otra ocasión, tenían un aporte significativo aumentando la morbi-mortalidad.

Salud

Hábitos saludables

Existe una tendencia en la sociedad actual a considerar el no seguir determinados hábitos saludables en los estilos de vida como un claro perjuicio para la salud, es decir, como un hábito nocivo.


Vaso de cerveza
Se calcula que al menos una décima parte de la población española consume sistemáticamente una cantidad excesiva de alcohol.
©NetDoctor/Justesen
Ciertos hábitos etiquetados como saludables, entre los que podríamos citar el de desayunar todos los días, ducharse diariamente, levantarse siempre a la misma hora o realizar yoga, constituyen un buen ejemplo de dicho fenómeno. La cultura de lo saludable lo inunda todo y nos exige adaptar nuestras vidas, en todos sus aspectos, a pautas de funcionamiento que se presumen saludables. Sin embargo en tal dinámica puede existir una tergiversación de lo que es realmente esencial a la hora de proponer un estilo de vida recomendable y libre de riesgos adicionales, que es básicamente el evitar las conductas de riesgo lesivo o de enfermedad.

No existe probablemente ninguna persona que sea capaz de observar un riguroso cumplimiento del sinfín de consejos interesantes que pueden formularse para la protección de la salud. Además, la inmensa mayoría de los seres humanos realizamos diariamente actos “arriesgados” y claramente contrarios al espíritu de una conducta estrictamente “saludable”, ineludibles en general: conducir automóviles, trabajar fuera de casa, cocinar, andar en la bañera, hacer deporte, transportar cargas pesadas, subir o bajar escaleras, etc.

Realmente no es posible generalizar la idea de que la no-práctica de algo que se supone beneficioso para la salud constituye per se un hábito nocivo, aunque nos privemos del beneficio que pueda aportarnos. Más bien, el hábito nocivo es el que nos provoca un daño constatable a corto o largo plazo, o que nos sitúa en situación de riesgo de contraer una enfermedad grave, y como tal hay que entenderlo.